Yuval Noah Harari y Utopía.

Yuval Noah Harari y Utopía.

por HOSPITAL LUCIA -
Número de respostas: 1

Leyendo Utopía, en la páginas que se refiere al valor que se le asigna al oro, me hizo pensar en lo trabajado con Yuval Noah Harari, con respecto a que el ser humano se crea una realidad imaginaria, y necesita creer en determinadas cosas, como un Dios, política, economía, dinero, etc. El valor que se le asigna por ejemplo a ese papel, y por el cual hoy se mueve el mundo, tiene un gran valor hoy en día, se cambia por comida, ropa, trabajo, etc. Ese valor se lo damos nosotros mismos.

 En el pasaje de Utopía se habla del oro como algo inútil por naturaleza, pero sin embargo los embajadores, y las personas le asignan también un gran valor, (excepto los utopianos). Algo que por naturaleza es inútil, no sirve cómo alimento, como energía, sin embargo se cambia por esos elementos, se pagan servicios, mercenarios, etc. Pero como los utopianos no creen en él y en ninguna forma de cambio, en su isla no tiene valor. Es más lo ven lo desprecian es infame para ellos a tal punto que lo utilizan para los esclavos.

Lo que el resto de las personas consideran precioso y codiciado en esta isla no es así, porque no creen en eso. Ahí la idea de la que hablaba Yuval Noah Harari de esa realidad imaginaria, que sobre la realidad objetiva, la gente crea su propia realidad. Los embajadores que visitaron Utopía y se sentían incómodos al ver que aquello que ostentaban y por lo que se sentían orgullosos de lucir perdía crédito en esta isla. Al conocer las costumbres de esa isla se despojaron de sus adornos.

Em resposta à HOSPITAL LUCIA

Re: Yuval Noah Harari y Utopía.

por Rodriguez Arturo -
Compartimos narraciones y mitos en que nos vemos envueltos y de los que somos partícipes, sin nunca ser plenamente conscientes de ello... Llegan a transformarse en lo que llamamos "sentido común" y solemos tomarlos como algo "natural", el "modo de ser de las cosas mismas"...

En cuanto a lo del oro, no olvides que los indígenas americanos, por aquel entonces, miraron con grande asombro a los conquistadores y colonizadores que, con vehemencia y sin saciarse, querían (y se apoderaban de) ese metal... 

A nuestro estuario llamaron río de la Plata a pesar de su color marrón (y que no escondía ese metal ni lo encontraron en sus orillas)...